Si estudiaste inglés en el colegio o en un instituto tradicional, seguramente pasaste horas memorizando reglas gramaticales, conjugaciones y vocabulario.
Puede que incluso sacaras buenas notas… pero cuando llegó el momento de tu primer viaje al extranjero, te diste cuenta de que no sabías cómo pedir un taxi, entender un menú o preguntar por la dirección de tu hotel.
Esto no es tu culpa. El problema es que el inglés de la escuela está diseñado para aprobar exámenes, no para sobrevivir en situaciones reales.
En clase te enseñan frases como “The book is on the table”, pero en un aeropuerto lo que necesitas es poder decir: “Excuse me, where is the boarding gate for flight 725?”.
Cuando viajas, el tipo de inglés que realmente importa es el que te permite:
- Resolver problemas: hacer una reclamación en un hotel, pedir ayuda si te pierdes.
- Conectarte con personas: entender chistes, expresiones locales y conversaciones informales.
- Reaccionar rápido: responder aunque no tengas la frase perfecta.
La buena noticia es que puedes entrenar estas habilidades incluso sin viajar. Usar audios reales, practicar diálogos simulados y escuchar a personas con diferentes acentos te prepara mucho más que cualquier libro de gramática.